Desde las sombras de Pitrufquén, conoce su escalofriante rutina nocturna...
En una fría cripta vive aquél, que de sangre su sed nunca sacia, en la penumbra de un pueblo cruel, un vampiro que la noche abraza. Despierta de un sueño eterno, en Pitrufquén queda su casa, otro día más en el crudo invierno, es un infierno que nunca pasa.
De su bolsillo saca una cebolla, la mastica con ímpetu ante la ausencia, de una lágrima, un sentimiento, que en su pecho no tiene presencia y que añora.
Ante la sed que lo domina busca en su mascota el alimento la garrapata es su destino, y succiona su sangre en un lento tormento, a pesar de ser un vampiro, no se rebajaria a chupar sangre de perro menos si es de el único amigo, que le entrega un calor y un amor sincero.
Saciado vuelve a su tumba, donde el silencio es su único abrigo, duerme sin sueños el vampiro de Pitrufquén con el perrito su único amigo, corre una lágrima por su mejilla, por la soledad que lo acompaña, quizás por la cebolla, o la garrapata, o quizás se pinchó con una astilla.